Pilar Berrio, en la presentación de "No todo fue mentira"

Este es el texto que la Profesora de Lengua y Literatura Españolas, Pilar Berrio Martín-Retortillo, me hizo el honor de leer en la presentación de mi novela "No todo fue mentira", el pasado 30-06-11, en la Biblioteca Central de Ferrol. Gracias, Pilar, por tus palabras y tu presencia.

"Cualquiera que se acerque a la obra de Teresa Cameselle se siente inmediatamente atrapado por una vorágine que le impide dejar la lectura hasta concluirla, exhausto de viajar por exóticos parajes, saciado de gozar con sensuales escenas. Tras esa fiebre lectora que hace que pierda la noción de su realidad más inmediata, el lector, con ojos soñadores y enrojecidos, vuelve en sí, ahíto de sensaciones, con la piel erizada por el placer de la lectura, perezosamente ronroneante, para estrellarse contra su particular monotonía.
En mi caso, fue así. Ya le había oído hablar, en un tono muy laudatorio, de La hija del consul, su ópera prima, a mi buena amiga Juana Corsina, aquí presente. Casualidades de la vida, propias de nuestra pequeña ciudad, conocí antes a Laura, la hija de Teresa, que a la propia Teresa. A través de ella me llegó, por fin, su primera novela, que me duró un fin de semana, durante el cual viajé por paisajes turcos, aprendí costumbres orientales, gocé, al fin, con las peripecias de María Elena y Alí, que en guiño muy de la autora, y que se repite en esta su segunda novela, culminan en su Galicia natal. Además, antes de devolvérselo a Laura, releí con delectación la noche del domingo los pasajes más sugerentes.
A través de Laura, nos comunicamos durante buena parte de este curso en un improvisado sistema de correo que nos hacía comprobar, asombradas, cuántas cosas teníamos en común: nuestro gusto por la literatura romántica, especialmente por la del diecinueve anglosajón, nuestra labor de escritoras (la mía, más incipiente que la suya, dicho sea de paso), nuestro empleo de los blogs para compartir nuestras lecturas, etc…
Estábamos “condenadas” de antemano a encontrarnos y así sucedió, gracias otra vez a Juana, con motivo de la presentación de su libro de poemas: Una mujer sabe. Allí me enteré de la inminencia de la publicación de la segunda novela de Teresa, quien tuvo el honor, con gran sorpresa para mí, de pedirme que la acompañara hoy.

Bien, es hora ya de hablar de esta novela, que tiene un peligroso, lo digo con ironía, parecido con las mías. Lo primero que quiero es animarles a que la lean. Van a disfrutar muchísimo. Teresa tiene una facilidad de estilo que es solo aparente pues detrás esconde un entramado de historias muy bien trabado. Sin adelantar nada del argumento que les reserva muchas sorpresas, les diré que se trata de tres novelas en una, en un concepto algo novedoso de las trilogías que están tan de moda, especialmente entre el público juvenil. Son tres historias en tres lugares distintos y distantes (la Inglaterra victoriana, una isla caribeña trasunto de Trinidad, y, de nuevo, Galicia). Tres historias coincidentes en una misma cronología, la segunda mitad del siglo XIX. De nuevo la fascinación de esa época mágica idealizada por tantas y tantas novelas: desde Jane Austen, las hermanas Bronte, Charles Dickens, Wilkie Collins, entre otros. Esa recreación histórica obliga al autor, lo sé por propia experiencia, a una labor de documentación previa, árida muchas veces, invisible las más, pero imprescindible para que la historia se sostenga, para que la ficción del viaje en el tiempo sea creíble, todo lo creíble que una novela puede ser.
Pero hablábamos de tres novelas en una, eso es hablar de estructura, en términos narratológicos. Y de eso quiero tratar ahora, sin adelantar nada del argumento para disfrute del lector.
La historia de No todo fue mentira surca los mares de los océanos en viajes de ida y de vuelta.

Se abre con “Espejismo” una acción de intriga, “in medias res”, en una mansión victoriana. Lord Ashford vuelve del Caribe, donde ha heredado una plantación, para cumplir con la palabra dada y casarse con su prometida, antes una niña, Lady Elizabeth. Pero se va a llevar una sorpresa porque quien dice serlo, no lo será; quien se propone conseguir ser rechazada, acabará siendo deseada.
Tras el breve interludio, se abre la segunda parte, “Inesperado”, primera travesía trasatlántica. Nos situamos en una pequeña isla caribeña, estupendamente ambientada en su geografía, especialmente en lo relativo a su flora, de tal manera que casi podemos oler sus flores y sentir su embriagador calor. Y comienza otra historia, que tiene un leve hilo de conexión con la primera a través de un personaje, que era entonces secundario, que exige un mayor papel. Se trata de una pariente de la heroína de la primera quien, sin complejos, cederá todo protagonismo a favor de aquélla. Nos dejamos seducir ahora por otra historia que tiene la pasión amorosa como tema común con la primera.
De nuevo un interludio y un nuevo viaje transoceánico nos conducen a la tercera y última parte, “Coral”, la que tiene como escenario esta tierra gallega, lo que se nota en la precisión de sus notas ambientales. Otra historia de amor, protagonizada por uno de esos discretos secundarios que reclaman su espacio. Historia, de nuevo, de otro engaño que acerca dos almas, las separa y a quienes acompañamos en su mutua búsqueda que no desvelamos cómo termina.
Y acaba la última parte con otro periplo al Nuevo Mundo, en ese vaivén al que comenzamos a acostumbrarnos y dónde se reúnen en un epílogo que funciona como broche final todos los personajes que hemos ido conociendo.
Y digo última pero casi me tengo que corregir, última por el momento porque este esquema de funcionamiento más que cerrado en círculo (que también lo es en virtud de ese epílogo final, como hemos tratado de explicar), es un esquema abierto, diría yo “ab infinitum”. Teresa va sembrando para el futuro: semillas de discretos, a primera vista, personajes que, en un determinado momento, granan exigiéndole al autor un desarrollo posterior, una floración nueva. De tal manera que queda constituida una cadena que aún está sin terminar y que abre infinitas posibilidades, tantas como la creatividad de Teresa se lo permita.

Hasta aquí hemos hablado de estructura, original y abierta. Pasemos ahora a decir algo sobre qué tienen en común las tres partes, al igual que la primera novela de la autora. Y tenemos que ocuparnos de los personajes y del asunto amoroso.
Claramente encuadraríamos sus novelas en el subgénero de novela romántica, de estirpe anglosajona. La autora podrá hablar de sus influencias mucho mejor que yo y no quiero ser pedante en esto, pues es una tentación de todo profesor comenzar a enumerar fuentes. Ya he citado a dos evidentes porque aparecen claramente como metatextos en la propia novela, es decir, como textos que leen los personajes. Se trata de Jane Austen (Emma p. 41, Orgullo y prejuicio p. 44) y Emily Bronte (Cumbres borrascosas p. 54), que junto con la cita shakespereana (p. 41) constituyen el mundo erudito de los personajes. Y dentro de la novela actual hay muchos nombres que podríamos citar: Victoria Holt, Colleen MacCullough, Laura Kinsley...

Como decía antes, lo que distingue a Teresa Cameselle del resto de escritoras mencionadas es, (a mi juicio y sin ser una experta en el tema sobre el que próximamente habrá un encuentro en La Coruña que promete ser muy interesante), el retrato de personajes y el lenguaje erótico.
Acerca de los héroes y heroínas de Teresa, señalaré que suele partir de una situación de engaño, motivada por los condicionamientos de una sociedad rígida y machista, en la que un hombre y una mujer conviven, a veces muy íntimamente, para pasar a otra situación de separación por descubrimiento de ese engaño, por acción de algún agente externo o personaje malvado. Culmina todo el proceso con un final feliz, convencional en el género, en el que juega la casualidad, pero también la acción de un amor que, generalmente por obra de una heroína de cualidades excepcionales, consigue superar todo convencionalismo.
El lector, la lectora particularmente, se identifica inmediatamente con las dificultades de su heroína porque la juzga con ojos de hoy y justifica su rebeldía. Otro tema digno de reflexión más pausada sería considerar la recepción de este tipo de comportamientos en la época en la que se ambientan. Aventuro que serían tachados de muy revolucionarios. La aproximación sentimental entre heroína y lectora proviene de la crítica situación de aquélla: muchacha joven y hermosísima, que sufre, que huye del peligro, que se pone el mundo por montera, pero que, por encima de todo, ama y es capaz, movida por la fuerza de esa pasión, de superar tradiciones seculares de sumisión y recato y hacer justo lo contrario de lo que se esperaba de ellas en aquella sociedad rígida y de doble moral (p. 46). También es verdad que enfrente tiene a un modelo masculino digno de ella, apuesto físicamente y adornado por las cualidades que lo hacen más deseable: pasado misterioso, en algunos casos; profesión aventurera, en otros (ay qué tendrán los marinos que tanto nos gustan y que tantas novelas protagonizan); condición de considerados Pigmaliones en la iniciación del juego amoroso, que nunca lo imponen sino que saben disfrutar de él haciendo disfrutar también al sexo opuesto.
Y esto nos lleva al otro tema que, creo yo, distingue a Teresa de otros novelistas, el del erotismo. No busquen zafiedades. Teresa nos regala los sentidos con portentosas descripciones de todo el cortejo amoroso en cada una de sus fases: desde los lances iniciales hasta la consumación final (p. 48, 58, 108, 134, 173, 187, 212, 221, 241, 274. Y no cubre esta última con un recatado velo, como tantos otros autores. Con suma elegancia y sin caer en grosería alguna, nos permite pasar al dormitorio, atisbar como asombrados “voyeaurs” y gozar con ellos. Y allí les dejo porque ahora son ustedes los que tienen que disfrutar con la lectura."

Pilar Berrio Martín-Retortillo

Comentarios

Olivia Ardey ha dicho que…
"Teresa nos regala los sentidos". Estoy de acuerdo en eso. Suerte y felicidades con tu nueva novela, que estoy deseando leer. Un beso.

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