NOCHES SIN LUNA

Mi relato "Noches sin luna" ha quedado en quinto puesto, de los ochenta relatos presentados, en el I Certamen de Relato de Terror de ZonaEreader.
Los lectores, que ejercían a la vez de jurado, me han premiado con altas puntuaciones y comentarios tan elogiosos como estos:

"El estilo narrativo de este relato nos recuerda a los clásicos de terror del s. XIX como Lovecraft o Bram Stocke por el lenguaje poético, bastante bello, que le confiere a la obra gran realismo; incluso al ser narrado por uno de los personajes de aquella época."

"¡Qué decir de este relato! Está bien redactado, y su trama, bien llevada a cabo. Se concita en un problema personal que delata desde el principio la inquietud y el desasosiego en el lector. Cuando lo estaba leyendo pensaba que estaba leyendo un libro de grandes dimensiones, al estilo de los grandes relatos." 

"El relato en primera persona ayuda a meterse en la historia, y consigue transmitir un aire de romanticismo perfectamente, sumado a la ambientación que se adivina del siglo XIX."

"Lo mejor a mi parecer es la manera en que se narra la historia, usando un lenguaje que bien podía haber sido utilizado si el relato se hubiera escrito en el siglo XIX, algo que tiene bastante mérito y que está muy bien cuidado, lo que se agradece, ya que la lectura se hace bastante amena."

Mi agradecimiento, de nuevo, a los foreros de ZonaEreader, y muy especialmente a sus administradores, que tan bien me han recibido en su web y tan generosamente puntuado mi relato.

Y así comienza:


NOCHES SIN LUNA
©Teresa Cameselle
Aquella carta de mi amigo, mi hermano como le llamé otros tiempos, resultaba tan apremiante, tan angustiosa, que no encontré por una vez razones de peso para negarme a su requerimiento. Su letra, antaño firme y elegante, se leía irregular y nerviosa; unido a ello, las manchas de tinta que jalonaban el escrito, me dieron fe de las graves preocupaciones que pesaban en su alma.
Aún así, cuando ya me encontraba a la vista de la fachada gótica de su casa familiar, los recuerdos que aquella finca me traía, me produjeron una desazón que me hizo dudar de mi cordura al contestar a su llamada.
No podía evitar pensar en aquellos tiempos lejanos, más felices, cuando transité por primera vez por aquel sendero, un licenciado en medicina recién salido de la facultad que acudía a reunirse con su buen amigo y mejor compañero. Ante mí se extendían unos días prometedores, que culminarían con la boda de la hermana de Beltrán, a la que aún no conocía. Y ojalá nunca lo hubiera hecho.
Posar mis ojos sobre la dulce María y enamorarme como nunca lo había hecho fue todo uno. A duras penas pasaba las horas en aquel caserón, solos los dos hermanos y yo, además de la servidumbre, ultimando los preparativos para el enlace, un compromiso concertado por los padres de los novios cuando ellos eran apenas criaturas de pecho. Al parecer, el novio padecía una extraña enfermedad que le impedía salir a la luz del sol, pues al momento su piel se cubría de horribles llagas y ardía como si un fuego infernal naciese de su interior. Debido a aquella terrible circunstancia, María no le conocía ni le conocería hasta el mismo día del matrimonio. El enfermo viajaría de noche con un pequeño séquito, y llegaría al amanecer para jurar sus votos antes de que saliese el sol.
Mi alma enamorada sufría doblemente al imaginar la vida que le esperaba a la alegre María al lado de un hombre así. Si ya era duro casarse con un desconocido, cuanto más con un enfermo que pasaba sus días en habitaciones cerradas a cal y canto, con la única luz de las velas, haciendo una vida más de criatura nocturna que de hombre nacido a imagen y semejanza del Señor.
No pude soportarlo y antes de hacer alguna locura, partí de la casa el día antes de la boda, alegando una serie de insensateces que ahora ya ni recuerdo. No he vuelto nunca en los años que han pasado, ni siquiera cuando tuve noticia de la muerte del esposo de María. No podría mirarla a los ojos, ni mirar a Beltrán, sin confesar la ardiente pasión que aquella me inspiraba y que no se había ni mucho menos apagado con el tiempo y la distancia.


PUEDES DESCARGAR EL RELATO COMPLETO (aprox. 6 folios), EN ESTE ENLACE:



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