JUEVES LITERARIO: El constructor del mundo
HABLAME
©Teresa Cameselle
Hablar, hablar, ¿por qué es tan importante? Todos parecen confabulados en mi contra. A mí no me gusta hablar. Hay otras formas de expresar lo que sientes, lo que piensas. ¿No es lo mismo si te cojo de la mano? Si estoy aquí a tu lado, día y noche, ¿no es prueba suficiente de mi amor? ¿Te quiero más si te lo digo en voz alta?
Tú me escogiste a mí, y decidiste cuándo hacerme saber que lo habías hecho. Has llevado siempre las riendas de nuestra relación. También fuiste tú quién decidió cuándo irnos a vivir juntos, y a qué barrio, cuánto tiempo nos daríamos para probar la convivencia antes de casarnos, una ceremonia sencilla y con pocos invitados, como a ti te gustaba. Dos o tres años antes de tener hijos, me dijiste, y yo asentía, siempre asentía a todo. ¿Tenía que haberte dicho que era feliz? ¿No era prueba suficiente que volviese todos los días corriendo del trabajo para hacer la cena juntos? ¿Que nunca me apeteciese salir solo con mis amigos? ¿Que aceptase tus planes de fin de semana o aquel viaje en crucero tan caro que aún estamos pagando?
¿Tengo que hablar de todo esto ahora? ¿En voz alta? ¿Sin saber si algún extraño me está escuchando al otro lado de las delgadas paredes? Las enfermeras vienen y van, también algún médico, las visitas cada vez son menos, ya son muchas semanas sin ningún cambio. Pronto estaremos solos tú y yo, tus padres están lejos y tienen que seguir sus vidas a pesar de todo. Los amigos y el resto de la familia, también. Aquí ya nadie hace nada, es frustrante no saber siquiera si sabes que estoy aquí, acariciándote la mano, como todos los días.
Hablarte en voz alta, es lo último y único que me aconsejan ya. Y ya sabes que nunca se me ha dado bien. Y a pesar de todo tú me querías, así como soy, tan callado. ¿Serviría de algo que cambiara ahora, cuando ya casi no quedan esperanzas?
-Teníamos una cita para ir al cine -digo, por fin, aclarándome la garganta seca por el aire cargado del hospital-. Tú ibas a hacer unas compras primero, yo saldría con el tiempo justo de la oficina. Parecía buena aquella película, aunque era más de las que te gustan a ti que a mí. Ahora ya no estará en las carteleras, pero bueno, aún podemos alquilarla para verla en casa, en nuestro sofá. Haré palomitas para ti, y prometo no poner los pies sobre la mesa de la sala -estoy diciendo estupideces, pero qué se le dice a la persona que más quieres en el mundo cuando sabes que no hay ninguna probabilidad de que te conteste. Esto no es un cuento de hadas en que la princesa despierta con un beso-. Prometería cualquier cosa, mi vida, con tal de que abrieras los ojos. Con tal de que los dos despertáramos, juntos, en nuestra cama, y todo hubiera sido una pesadilla. Y esto nunca hubiera pasado. Y me estuvieras esperando en el cine, con una sonrisa, con tu preciosa sonrisa de los viernes.
Me tengo que ir ya, no me gusta que la enfermera venga a recriminarme si se me pasa la hora de la visita. Acarició por última vez tu mano y veo temblar tu dedo meñique. ¿Un acto reflejo, una reacción a mi caricia? No quiero hacerme ilusiones. Te miro a la cara, tu cara cada día más pálida, más delgada, y te pasó dos dedos por la mejilla, hasta la comisura de los labios, y entonces sí, se mueven, apenas, se curvan hacia arriba. ¿De verdad me estás sonriendo?
Comentarios
Teresiña, no te andaste por mundos construidos en la fantasía, por efectos especiales, nos regalas lo que siente, lo que piensa y le hace sufrir y desde tu impecable estilo, fluido, directo, al final nos regalas una sonrisa.
Te envío un besito.
Sin embargo ... nunca se sabe, tal vez el otro escucha y las palabras le dan fuerza de alguna manera. Me gustaría creer que es asi.
un abrazo
Un abrazo a tu alma
Buen monólogo para 60 minutos de visita hospitalaria.
Un beso
¿A quien no le gustaría comentar durante un rato? ¿Siempre habrá alguna persona con la que gastaría tiempo de despreocupación en un charla.
En medio de aquellas salas de un hospital, aquella tarde de domingo, subitamente se abrió una calma.
Alguien bostezaba, alguno de aquellos pacientes emitió algún que otro gemido. Incluso se escucharon unos pasos, esos habituales.
Pero algo de lo que solo puede despertarse con vivacidad de principios de semana, definitivamnete se esfumó.
Era muy probablemente hastío, un profundo aburrimiento, una cara muy soez de una existencia."
Tésalo
Me dejaste pensando muchas cosas.
Es una de las historias que, mientras lees, imaginas no sólo lo escrito, sino más allá.
Imagino un accidente que llevó a la esposa al coma.
Imagino el despertar de ella gracias a las caricias y las palabras de él.
Imagino un final feliz en el que él se da cuenta que las palabras y los estímulos nunca están de más, aunque se den por sobreentendidos...
Saludos.
El diálogo consido mismo, dirigido hacia aquella persona amada, me ha parecido duro, reflexivo, y desde luego, lleno de amor.
Un abrazo con bikiños, amiga.
Magnifico soliloquio, como ya te han dicho.
Un beso
Muy tierno tu relato y bonito de leer.
Un beso Teresa
Besos Teresa.
Un beso
Pero después del detallado argumentario sentimental en la mente del acompañante, pensar en voz alta y compartir es la única realidad que merece la pena tener en cuenta.
Un relato directo que contagia y en el que participas sin poder evitarlo.
Besos
Gracias que le diste un final prometedor!
Emotivo por su contundencia y por tu estilo narrativo. Un placer! Besos
como casi todo el mundo de mi edad, cinco horas con mario la descubrí y la leí en esas edades del c.o.u. o bien en los inicios de la uni....no lo recuerdo, como apenas si me acuerdo de la obra. por supuesto que sé de qué va, por supuesto.
no hace mucho tiempo escuché a lola herrera teatralizar para la radio el inicio de la obra...me emocionó hasta los tuétanos...es una emoción parecida a la que me ha surgido cuando leía la primera parte de tu jueves...lo que siento es no haber puesto aquella entonación de la herrera...¡ya ya sé, eso hubiera sido ya el acabose!
besos, teresiña.
Me ha gustado mucho, aplausos.