MATERIAL DE CONSTRUCCION
Ultimamente se me ha dado por pensar que escribir una novela es como levantar un muro. Tienes los ladrillos, que son esas escenas pensadas y repensadas, las que te asaltan en el momento más inesperado e incluso en el más inoportuno, las que visualizas como si fueran parte de una película que sólo existe en tu mente; los ladrillos son lo importante de la historia, lo fundamental, lo que te hace reír o llorar, lo que hace que la novela avance. Y después está la argamasa. Ahí reside el verdadero trabajo duro. Porque los ladrillos por sí solos no se aguantan en el aire. Tienes que unir ladrillo a ladrillo, darle consistencia; introducir una capa fina de mortero, bien amasado, y repasar cuidadosamente la zona para evitar su sobresalga, que falte, que se convierta en una chapuza, resumiendo. La argamasa son las escenas sueltas que no son imprescindibles para la historia, pero que unen y dan cohesión. También la argamasa podrían ser los personajes secundarios, especialmente cuando