Sigo recuperando relatos de hace años, editándolos para corregir fallos, y dándoles un nuevo aspecto gracias a las preciosas ilustraciones de Esther Raindo. EL CHICO DE LA GUITARRA ©Teresa Cameselle El autobús lleva hoy un montón de retraso. Las malditas obras y la maldita lluvia. A este paso no llegaré a la primera clase. ¡Sorpresa! Ahí está, por fin. Toda la semana sin verle. Qué tontería, si total no me voy a atrever a hablarle, como siempre. Viene hacia mí, ay, Dios, busca asiento, se va a sentar a mi lado. No. Se queda de pie, con la funda de la guitarra atravesada sobre su espalda, como si fuera una espada medieval. Le miró a los pies, es a lo único que me atrevo a mirarle, teniéndole tan cerca. Lleva las zapatillas muy gastadas, incluso con algún roto, y también los bajos del pantalón. Mi madre nunca me dejaría salir así de casa. No valen de nada mis dieciocho recién cumplidos. Claro que el chico de la guitarra parece mayor.