HOY CINE: DE ÓSCAR EN ÓSCAR Y TIRO PORQUE ME TOCA

Este fin de semana ha tocado ponerse al día con las nominaciones a los Óscar, con un resultado de notable alto, por suerte.
No voy a asegurar que una nominación a mejor película sea una garantía completa. Si echamos la vista atrás, hay muchas películas que en su día fueron nominadas y después se han olvidado, porque tampoco eran para tanto. Pero sí es cierto que la tónica general es que la nominación es una pista sobre la calidad de la película, especialmente en los últimos años que prima más el espectáculo y el cine facilón para espectadores de nivel bajo que solo quieren entretenimiento.
Por eso me hace gracia, trayendo este comentario a los premios nacionales, cuando la gente del cine español critica que no se le den premios a Santiago Segura y a sus "Torrentes", ese horror que cada pocos años pasa por nuestros cines. Y digo que me hace gracia, porque es la gente del cine la que decide a quién se nomina, así que ellos sabrán por qué no se le dan premios a esos bodrios insufribles, chabacanos y groseros, que alguna gente considera lo más gracioso que se puede emitir en una pantalla.
Vale, dejemos los alegatos, que se me calientan las teclas, y vamos a lo que iba, las pelis del fin de semana:
Reconozco que soy rendida fan de los ojos azules de Bradley Cooper desde hace tiempo. De hecho, recuerdo haberle comentado a mi hijo, el auténtico cineasta de la familia, que ya estaban tardando en darle una comedia romántica a este hombre. Y bien, cuando vi este cartel tan ñoño, lo primero que pensé: pues me han escuchado en Hollywood, ¡qué bien!
Después me encontré con que la película estaba calificada como "drama", que él hacía el papel de un enfermo de trastorno bipolar, y que probablemente lo que pinta mal acaba mal. Así que fui a verla con bastantes reservas.
Y bueno, no quiero espoilear el final, pero yo no la calificaría exactamente de "drama", ¿podíamos inventar una categoría a medias entre drama y comedia romántica? Algo así como lo que se llamaba en teatro "tragicomedia", y que nunca tenías la certeza de si iba a acabar bien o mal. O a medias. Ni pa´ti ni pa´mí.
Pues eso un poco es "El lado bueno de las cosas".
Lo más destacable: la actuación de Bradley Cooper, que se come la pantalla con sus ojazos, y qué bien le sientan los kilos que ha perdido (algo que todo el mundo le dice en la película, que ya es recochineo).
Que Jennifer Lawrence también está muy bien, pero a ver, chica, es que te lo han puesto fácil, el papel es un auténtico bombón. Jennifer es de esta generación de actrices (Carey Mulligan, Keira Knightley, Emily Blunt...), jóvenes y guapas, a las que les dan buenos papeles y no las encasillan como les hubiera ocurrido en otra época, de mujeres floreros. O, corrijo, tal vez son ellas las que saben escoger esos buenos papeles. Chicas listas, no cabe duda.
También están muy bien los actores veteranos, Robert de Niro (al que doblan de pena, por favor, su actor de doblaje a veces parece que esté imitando a José Mota parodiándolo), y Jackie Weaver, los padres de Bradley Cooper, ambos nominados al Óscar, al igual que la pareja protagonista.
Y no, no creo que le vayan a dar el Óscar a la mejor película. Me temo que desde que aumentaron a diez los títulos que son nominados a mejor película, algunas solo van de comparsas, y a esta le ha tocado ese rol, que no es de despreciar, ocho nominaciones son mucha nominaciones para una película modesta como "El lado bueno de las cosas", así que contentos tienen que estar sus productores.


Y tan contenta me hubiera quedado yo con "El lado bueno de las cosas", pensando que no tocaba más cine, al menos en pantalla grande, para este fin de semana. Pero no, mi hija quería ver "Django desencadenado", y yo venga a decirle que no, que Tarantino no es para niños, que la sangre salpica las butacas, y que seguro que era un horror del que salíamos traumatizadas. Pues no hubo manera, terca que me ha salido la niña.
Y al final casi le tengo que dar las gracias. O sin casi.
PE-LI-CU-LÓN. De verdad, de los de antes, de los de siempre, de los de gran reparto, gran fotografía, gran banda sonora, gran historia, grandísimos diálogos. No tengo más que buenas palabras para esta película. Solo se me ocurre decir que, si no fuera por los chorros de sangre que salen de cada herida de bala, diría que no es de Tarantino.
¿Será que este hombre se me ha hecho mayor y yo no me he enterado?
Porque a ver, reconozco que hacía tiempo que no veía nada de lo que iba estrenando. No me interesaba, en general, prefiero películas más amables, comedias, o dramas sensibles, sí, qué se le va a hacer.
Pero hoy tengo que dar un paso atrás, hacer una genuflexión y decir amén y aleluya señor Tarantino, aquí tiene una rendida admiradora.
Y de la película no os cuento ni una línea. Hay que verla, y punto. En pantalla grande, por supuesto. 
(Ya sé que el cine está caro y bla, bla, bla, pero piensa en lo caro que está el tabaco, y tomarse un gin tonic de esos de moda con tanta parafernalia, y otras cosas mucho más caras y menos satisfactorias que ver una buena película en condiciones. Y siempre queda el día del espectador, y supongo que como aquí, en los Cines Odeón de Narón, en los de tu ciudad también habrá ofertas, porque todo el mundo sabe que no estamos para dispendios, y están buscando la manera de atraer a la gente de vuelta al cine. Venga, te garantizo casi tres horas de diversión de la grande. Y si no, puedes dejarme aquí mismo tus quejas.)
¡A por ella!

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